martes, 23 de abril de 2013

TIENE RAZÓN Y ES COHERENTE


Peter Brabeck-Letmathe, presidente del grupo Nestlé, parte de la premisa de que el agua es un bien de consumo y susceptible de demanda. Si hay demanda, debe haber oferta. Y si uno la tiene y el otro no, el que no tiene debería pagar por ella. Como cualquier comida. O como el petróleo.
Dado que tenemos el Acuífero Guaraní, deberíamos privatizarlo para que, así, quien lo compre venda el agua. Ahora bien, como el acuífero esta bajo todo el territorio paraguayo, deberíamos proponer que se venda todo el Paraguay, total el suelo está vendido a los que producen comida y, vendiendo el subsuelo, se permitiría a quienes lo compren que hagan con el agua lo que quieran.
Ya que estamos, también podríamos vender el volumen excedente sobre el suelo, es decir el aire, y quienes quieran respirar que paguen por él, ya que también es un bien necesario para vivir y, si uno quiere vivir, bien podría pagar por respirar.  No sé de dónde sacó las cantidades de agua a consumir por persona (5 litros para beber y 25 para higienizarse), pero supongo que habrá recurrido a una de sus empresas de elaboración de comestibles. Y si ellos, que saben de negocios, lo dicen, debe ser cierto. Sería interesante saber, por curiosidad, cuántos metros cúbicos de aire nos corresponderían por persona. Claro que habría que determinar, también, cuánto es para respirar normalmente, cuánto para correr y cuánto para reír, por ejemplo, que implica mayor consumo.
Como todo bien susceptible de ser comercializado en el mundo del libre mercado, quienes tengan más dinero podrán caminar, correr, reír, suspirar, dar aliento a sus equipos de futbol… Los demás, deberíamos limitarnos a lo que podamos comprar, quizás, a no más que respirar, sin que se nos ocurra tratar de auxiliar a alguien que necesite respiración boca a boca porque no podríamos utilizar nuestro aire en exceso. Ni podríamos hacer otras cosas que nos agitan y nos hacen respirar más aceleradamente.
Es probable que, junto a las gasolineras, pongan puestos de venta de agua y, de paso, cargadores de aire. Ya se encargarán algunos de abrir sus locales de minicargas.
Sin dudas, también surgirán los negocios paralelos de venta de agua adulterada, aire de contrabando y cosas parecidas, contra las que lucharán los entes encargados de la regulación en defensa de los derechos de los poseedores legítimos.
Yo no estoy de acuerdo, pero no voy a opinar, a ver si por hacerlo me tratan de zurdo que no entiende las leyes del libre mercado.

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