En el largo tiempo transcurrido en este asunto de vivir, me
he encontrado muchas veces con mujeres que tuvieron que afrontar esta terrible
situación y la consecuente decisión traumática que acompaña toda la vida.
Además de interrumpir la proyección de una nueva vida, la
embarazada que interrumpe la gestación, sufrirá el estigma social en el medio
en el que se desenvuelve y su propia frustración. Reitero: es algo que acompaña
toda la vida.
No podemos estar a favor del aborto. No podemos aceptar que la
mujer se vea expuesta a este sufrimiento. No conozco ninguna mujer que se haya
hecho un aborto por tener ganas de hacerlo. Sea o no legal.
Estoy seguro de que, hasta acá, la mayoría estamos de
acuerdo ¿no?
Bien. ¿Qué hacemos en caso de que una niña de 14 años sea
violada por su padre y quede embarazada? ¿Qué hacemos con una estudiante
brillante, de bajos recursos, con una beca recién otorgada, que es violada y
queda embarazada? ¿Qué hacemos con esa adolescente que, sin darse cuenta,
porque nunca le explicaron cómo debía cuidarse, queda embarazada de su novio
adolescente, cuya única información la recibió de “los perros”, quienes le
dijeron que no, que es bola, que en la primera vez nunca se embaraza?
NO ESTOY A FAVOR DEL ABORTO. Pero sigo con las preguntas.
¿Qué hacemos? ¿Qué hace la sociedad? ¿Qué hace el estado? ¿Qué hacen las
iglesias? ¿Qué estás dispuesta a hacer vos? ¿Y vos? ¿Y yo?
Yo no sé qué podría hacer. Quizás abrir un centro de
adopción, un refugio para este tipo de casos, promover la educación sexual… No
sé qué hacer. Me gustaría hacer algo. Acepto propuestas. Hasta tanto, en
algunos casos, en determinadas circunstancias, mientras que no tengamos
soluciones… No sé.
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