jueves, 12 de septiembre de 2013

LA SOCIEDAD ANORGÁSMICA


Rebuscando en los orígenes etimológicos de la palabra, me encontré con que orgasmo viene del griego, siendo uno de sus significados, plenitud. Asombrosamente, orgasmo lleva la raíz indoeuropea “werg” (sería “or-werg”) que significa trabajo (cosa que vemos más fácilmente vinculada al inglés work).
Siguiendo con las inferencias, podríamos decir que trabajo y plenitud tendrían una raíz común. Para no creer ¿no? Sobre todo cuando vivimos en una sociedad en la que el trabajo no pareciera tener nada que ver ni con la plenitud ni con el placer. Si a eso le sumamos la sentencia bíblica de “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, como si trabajar fuese un castigo, listo, ¡cartón lleno!
Pero el asunto no va solo con el trabajo. Pareciera ser que si uno toma la vida con alegría, sonríe con asiduidad y trata a la gente con buena onda, uno no es una persona seria. Y no. No es así. Habemos gente seria que no estamos enfermos de solemnidad (Aprovecho para pelearme una vez más con la RAE. Según ella, debería haber dicho “Hay gente seria que no está enferma de solemnidad. Yo entre ella.” ¡Joder!). Sigamos. Para un montón de gente, si uno no anda con cara de culo y como oliendo caca, no es una persona seria. En el trabajo no se ríe. Quien se ríe solo, es un loco. Si uno saluda a un desconocido/a, es un desubicado. Pero lo peor de todo es en el trabajo. ¿Quién dijo que se trabaja mejor con cara de que me duele el hígado? ¡Estamos locos! No digo que todo sea luces de colores y fuegos artificiales, ni jardines de rosas, pero bastante tenemos con los conflictos propios de las actividades varias para, encima, mirarnos como bulldogs en celo.

EL TRABAJO COMO CASTIGO.
 Además de la cita bíblica ya referida (Gen. 3), supongo que debe haber más escritos en el mundo respecto del trabajo como castigo. Por estos lados, el más conocido es el del Martín Fierro. Habitualmente se hace referencia a la segunda de las dos estrofas que copio a continuación. Pero miremos la primera, menos conocida y referida:

El trabajar es la ley,
Porque es preciso alquirir;
No se espongan a sufrir
Una triste situación:
Sangra mucho el corazón
Del que tiene que pedir.

¡Mirá vos! Es necesario trabajar porque “es preciso alquirir (adquirir)”. Ya en 1872 se instalaba la sociedad de consumo.
Vayamos a la estrofa más conocida:

Debe trabajar el hombre
para ganarse su pan;
pues la miseria, en su afán
de perseguir de mil modos,
llama en la puerta de todos
y entra en la del haragán.

¿Deberíamos seguir con el concepto del trabajo castigo?
En una publicación de mayo/2013 (http://oboubee.blogspot.com/2013/05/que-el-trabajo-que.html) hice referencia a la virtud del trabajo. No puedo ni imaginar que aquí se acabe el tema, muy extenso por cierto. Simplemente, una vez más, invito a reflexionar. ¿No será momento de revisar los conceptos de seriedad, trabajo, felicidad, alegría?
Muchas empresas (Google, por ejemplo) encontraron otras opciones para encarar la actividad laboral. Algunas, aplican el criterio “off site” (trabajar desde la casa, por ejemplo). Se aceptan ideas.

DEFENDIENDO AL CAPITAL

(La ilustración corresponde a la obra “Riqueza y pobreza” de autor anónimo del S. XVII. Antes de que se conociese el término zurdo y de que Marx escriba El capital)
Algunos trasnochados defensores de un supuesto liberalismo extremo, tienen la vocación sistemática de pretender infravalorarme con base en la reiteración permanente de teorías, dogmas e innumerables fórmulas extraídas de libros de supuestos gurúes de la economía universal. Además, como una suerte de crítica ad hominem, me cuelgan el sanbenito de socialista, zurdo e ignorante en materias como la economía, por ejemplo.
La grata ignorancia que fielmente me acompaña desde el primer atisbo de acceso al conocimiento, alienta constantemente mi búsqueda de respuestas. Sin más opción que recurrir al remanido concepto socrático del “solo sé que no sé nada”, dejo expresa constancia de mi absoluta ignorancia. Y no solo en economía. No sé nada de nada. Apenas vislumbro algunas tenues luces de algún mínimo conocimiento, que solo alcanzan para mostrarme el inmenso universo de lo que queda por conocer.
Hasta acá, venimos bien. Coincidimos. Soy un ignorante. Pero, de allí a tratarme de tarado, hay un cierto camino que no pienso conceder.
Entre los aberrantes extremos de un capitalismo salvaje y un comunismo fracasado e inaplicable, hay (percibo) una amplia gama de variables con más o menos algo de cada cosa.
Si Juan tiene 10 pelotas y Pedro ninguna, las estadísticas dirán que el promedio es de 5 pelotas cada uno. Pero Juan tiene 10 y Pedro ninguna.
Si Bartolo nació en una familia de clase media, en el barrio Carmelitas (pongamos por caso), y Ramón en una familia pobre en Villa Hule del Bañado Tacumbú (pongamos por caso), Bartolo tiene más posibilidades de éxito profesional, social o personal (o como queramos llamarlo) que Ramón.
Hasta acá podemos coincidir ¿verdad? Bien. Sigamos.
Cuando Henry Paulson, ex secretario del Tesoro del país más capitalista y liberal del planeta, impulsó el programa TARP (Troubled Asset Relief Program, también conocido como Plan Paulson), para aliviar la crisis financiera norteamericana en octubre de 2008, auxiliando con más de 25 billion dollars (25.000 millones de dólares, en nuestras latitudes) evitando así el quiebre del Citigroup Inc., JP Morgan Chase & Co., Wells fargo & Co., Bank of America Corp., entre otras inc. y corp. varias, los trajeados “cerebros” de Wall Street ni se inmutaron. Ni se les ocurrió salir a decir que en un mercado de libre capital (y, por ende, de libre empresa o a la inversa, como quieran) cada uno debe salvarse por las suyas, sin ir a pedir la escupidera (bacín) al estado. ¡Cómo el estado va a intervenir en el libre comercio! Eso es un pecado comunista. Es una barbaridad del estado paternalista. ¿Qué es eso de subsidiar?
Claro que si uno pretende que el estado invierta en educación, en tratar de reducir las asimetrías, en tratar de que, si Juan tiene 10 pelotas y Pedro ninguna, se encuentre alguna manera de que, al menos, Pedro acceda a una (y ni siquiera propongo que se lo deje a Juan con 9), uno es un zurdo-comunista-socialista ignorante-iluso y tarado. ¡Joder!
Cuando mozalbetes ensoberbecidos, que apenas asomaban por los canales naturales a lo que cabría desearles que vuelvan, mientras uno transitaba por los pasillos universitarios, esquivando los palos de la intolerancia de ambos bandos en pugna por imponer (a través la violencia, que no distingue lateralidades) sus dogmas y doctrinas sin aceptar (¡ni modo!) el libre pensamiento, suelen darme ganas de perder la mesura. Claro que, como ya la he perdido tantas veces, es una de las pocas cosas que puedo decir que aprendí a controlar. Y tampoco estoy tan seguro de haberlo aprendido.



LA CORRUPCIÓN Y LA IMPUNIDAD.

Tal como ocurre con el tema de los Derechos Humanos, la gente suele confundir la cosa individual con la cosa del estado.
Los seres humanos, imperfectos por naturaleza, somos, todos, corruptibles. En la versión más mercantilista de la cosas, todo hombre (y mujer ¡desde luego!) tiene su precio. La diferencia es la moneda de pago. Para unos será el dinero contante y sonante; para otros, la fama; para otros, los halagos de una mujer (o a la inversa, o todo lo contrario, o como sea). Lo que pareciera cierto es que todos, o casi todos, somos corruptos en potencia. Esa es una cuestión individual. Pero la impunidad, no.
La impunidad es un concepto social. Ya no es la persona quien se declara impune, sino la sociedad la que consiente que así sea. Y cuando digo sociedad, en este caso, me refiero al Estado, especialmente. Porque si bien la sociedad (vos, yo, el vecino…) puede condenar al oprobio a un corrupto, al corrupto no le hace mella. Por eso es corrupto. Pero si el estado lo condena, si le quita lo que obtuvo por la vía de la corrupción, si lo sanciona con la cárcel, si le hace saber que no lo ampara, se acaba la impunidad.
Etimológicamente, impunidad deriva del latín impunitas, impunitatis (libertad absoluta, desenfreno, exceso que no recibe freno o castigo alguno). De allí que impunis se refiere a quien queda sin castigo, indemne.
Y si alguien sabe que haga lo que haga no tendrá ningún castigo por ello, hará lo que quiera, sin medir el daño que provoque.
Y ese es el gran problema. Además, comienza desde niños y en la casa. Si no hay educación para conocer los riesgos, si no hay límites para evitarlos, si se transgreden los límites y no hay sanción, es muy fácil (¡facilísimo!) convertirse en un corrupto. Máxime cuando a nadie le importa de dónde salió el dinero que ostentan y una pléyade de cepilleros que rapiñan las sobras, pulula en torno rindiendo honores al deshonor. La solución para la corrupción, es la educación. Para la impunidad, la justicia.

LA PARANOIA DE LOS CONSPIRANOICOS.

¿La Mossad está cercando al gobierno para controlar el Acuífero Guaraní? ¿El EPP es la excusa para iniciar un proceso de militarización del país? ¿Los EE UU están instalando sus bases de la CIA y el FBI en el Paraguay? ¿El desplazamiento de los colorados del gobierno forma parte de un plan de HC para armar un nuevo partido e integrar el gran Poder Mundial? ¿Van a descongelar a Walt Disney para que logre que el Pato Donald se presente a las próximas elecciones? ¿Las fiestas sexuales son un renacimiento de Sodoma y Gomorra y el benemérito concejal es el nuevo Lot de la nueva era?
Suelo tener bastante imaginación pero, una vez más, la realidad supera a la ficción.
Es muy probable (todo así lo indica) que la alimentación será (es) el gran problema de la humanidad. Y el agua potable, forma parte de ellos. De la alimentación y, en consecuencia, del problema.
No sé si es que no tengo toda la información necesaria y tampoco sé si hay alguien que la tenga. Me parece, es una percepción absolutamente personal, que la problemática internacional del hambre y las dominaciones por un trozo de pan (y un poco de agua) no están a la vuelta de la esquina. Quizás sea el egoísmo de suponer que no me quedan 50 años de vida como para priorizar estos problemas y que, en tal caso, serán los jóvenes de hoy quienes deberán prepararse para ello. Y este sí es nuestro problema.
Temo que, por mirar tan lejos y preocuparnos por cosas tan importantes, dejemos de mirar el hoy y de ocuparnos de las soluciones inmediatas a los problemas acuciantes. Aquí y ahora.
Hay mucha gente que está pasando hambre y que no tiene agua potable. Esto requiere un tratamiento inmediato y una solución urgente.
El nuevo gobierno recién transita su primera semana de vida y es imprescindible que todos sumemos nuestros esfuerzos para que se logren los objetivos más inmediatos.  Más allá de los colores, de las banderas, de los intereses individuales.  Digo, no sé, me parece…