Otra vez, en dos sillas mal sentado. Yo soy maestro. Y si
bien me recibí en Argentina, lo soy allí, acá y en la Cochinchina. Y no soy
maestro porque no sabía que seguir. Fue mi opción y mi vocación. Y lo es. De
mis 13 oficios, 14 miserias, el periodismo y la docencia son los que me han
dado más satisfacciones. Y dolores de cabeza. Quizás por eso los amo tanto.
Nadie ama lo que no afecta, lo intrascendente. Agradezco a quienes me saludaron
y saludo a todos los maestros (y maestras, claro) del Paraguay y el mundo. Hoy
se celebra acá pero, al menos yo, lo celebro con todos.
Plutarco, historiador, magistrado, biógrafo, ensayista,
embajador…. entre otras cosas más, vivió entre, más o menos, el año 46 (quizás
50) hasta el 120.
Comparto algunas de sus frases ilustrativas: “Como decía
Sócrates ‘¿A dónde os dejáis llevar los que ponéis todo vuestro esfuerzo en la
adquisición de riquezas, pero os preocupáis muy poco de los hijos a los que se
las vais a dejar?’ Es como si uno se cuidara del calzado, pero no tuviera
cuidado de los pies.”
Cuenta, también, que una vez un hombre le preguntó a
Aristipo, célebre educador, cuánto le
cobraría por la educación de su hijo. “Mil dracmas” respondió. “Pero qué
barbaridad” dijo más o menos el padre, y agregó: “Por mil dracmas puedo comprar
un esclavo”. “Hazlo –dijo Aristipo- y así tendrás dos esclavos. El que compres
y tu hijo”
Han pasado dos mil años y la cosa sigue igual. Muchos padres
con inmensas fortunas creen (o al menos hacen creer que creen) que la educación
se soluciona en la escuela, en el colegio y en la universidad. Ni idea de lo que es, realmente, la
educación. Los mismos, creen que pagar
un colegio caro es garantía de buena educación. Lo que les importa, realmente, no
es la educación, sino el prestigio que la institución brinda. Y eso no es solo
acá, ni es de ahora. Siempre hubo quienes soñaron con Eaton, Yale, Harvard, no
tanto por aprender, sino por relacionarse.
El problema es que, a nivel local, nunca se ha tomado a la
educación como una cosa en serio. Responsablemente. O sí, e hicieron todo al
revés, no por error, sino a propósito, para mantener a la recua ignorante. Y,
lamentablemente, la cosa pareciera seguir siendo así.
No pongo en tela de juicio la buena intención de gente que
está trabajando para colaborar con un cambio de la educación. Lo que señalo, es
que no tienen idea de lo que realmente deben cambiar. Ni qué, ni cómo, ni para
qué. Nuevas reformas, más paños fríos, aspirinas para el cáncer. Emparches.
Remiendos.
Hace años que vengo diciendo (el único que me escuchó fue
Vicente Sarubbi, quien me dijo que estaba loco –yo, claro- y que jamás
aceptarían una locura como la que proponía. Pero, al menos, me escuchó). Decía,
digo, que la única solución que tiene la educación en el Paraguay consiste en
suspender las clases durante un año, forzar a los docentes a una formación exhaustiva
en lectoescritura, desarrollo del sentido crítico y utilización de nuevos
recursos didácticos; elaboración de un plan de emergencia para la educación basado
en tres pilares: lectura comprensiva, redacción efectiva, cálculos matemáticos
sin recursos externos (mentales, sin calculadora, ni computadora, ni nada) y
educación física en serio, no partidos de fútbol o de volley, solamente.
¿Y qué van a hacer los alumnos/as durante ese año? Muy
fácil: los mayores, pintar, reparar, acomodar los colegios, las escuelas, las
aulas. Los más chicos, jugar. Bajo la mirada de facilitadores pedagógicos que contribuyan
con propuestas ludodidácticas.
Al año siguiente, ya habrá maestros/as preparados/as para
enseñar a leer y a escribir. A todos. A los de la primaria y la secundaria. Y a
los universitarios que no aprueben un examen de redacción.
NO SE PUEDE APRENDER NADA SI NO SE APRENDE A LEER Y A ESCRIBIR.
NO SE PUEDE HABLAR BIEN SI NO SE APRENDIÓ A LEER BIEN.
¿Y cuándo aprenderán historia, geografía, ciencias naturales….?
¡CUANDO HAYAN APRENDIDO A LEER Y A ESCRIBIR!
Con el sistema actual de educación, se logra memoristas
autómatas. Efímeros sapientes de respuestas armadas. Sabios fugaces de la
página 37 a la 43.
Con la información al alcance de un click y la memoria de un
elefante en un pen drive de 3 centímetros cuadrados, si no se cambia rápido el
criterio educativo, las universidades seguirán pariendo analfabetos
profesionales. Y los colegios, brutos
con título.
¿Feliz día del maestro? Y… sí. Los desafíos deben celebrarse
¿no?