No, no es ese precisamente mi caso. Es el problema de la
mayoría de la gente que conozco. Por las explicaciones que recibo cuando los
invito a tomar un café o a cenar o a lo que sea, concluyo que no tienen tiempo
que perder porque ya lo tienen perdido. Gente que jamás pisaría una casa de
empeños para empeñar un televisor, empeña su tiempo sin ningún problema.
Pareciera ser que el empeño puesto por lograr un ingreso
importante, no les permite ver lo que es realmente importante.
Conozco (y estoy seguro de que conocemos todos) gente que se
levanta a las 06:00, desayuna, se enfrenta al drama del tráfico caótico, y se
encierra en la oficina hasta las 18:00. Luego, alguna reunión, un trabajo
complementario o alguna otra actividad más vinculada con lo laboral que con lo
personal. Digamos que a las 20:00 (en algunos casos ¡con suerte!) emprenden el
regreso a casa.
Cuando digo “conozco gente”, uso un neutro que incluya a
ellos y a ellas. Porque antes, era el marido quien normalmente tenía esta
rutina. Hoy, en muchos casos, son ambos.
Claro que estoy hablando de gente de clase media con ganas
de ir cada vez más arriba o necesidad de agarrarse fuerte para no caer.
Así como no tuvieron ni tienen tiempo para tomar un café con
un amigo, venir a cenar o lo que sea, tampoco tienen tiempo para ir con los hijos
al cine o a tomar un café ni cenar juntos… ni lo que sea.
Alguna vez también fui joven empresario exitoso y ambicioso.
Cuando les expliqué a mis hijos que lo que importaba era la calidad del tiempo que
compartíamos, no la cantidad, y que lo que hacía era para darles un mejor
futuro, me respondieron que hubiesen preferido más cantidad de tiempo de buena
calidad y que los acompañase más en el presente. El futuro era una
responsabilidad de ellos. Lamentablemente, eso fue en el pasado y, por más que
lo lamente, no hay vuelta a atrás.
Recuperemos el tiempo. Tomemos un café con los amigos.
Compartan el presente con los hijos. Si ustedes no están
junto a ellos, otros ocuparán el lugar.
El tiempo no se pierde. Se usa. Usémoslo bien.
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