miércoles, 3 de abril de 2013

¿LE PUEDO DECIR UN PIROPO?


Si bien empezó siendo difundida como la ley antipiropos, posteriores explicaciones dieron cuenta de que parece que la cosa va más allá. Dejando de lado el proyecto de ley (que no leí, ni tengo intención de hacerlo), quiero referirme al asunto de los piropos, el acoso callejero, la dignidad de la mujer, y otras yerbas.
Como esto no es tesis, ni ensayo, ni cosa seria, empezaré por… la dignidad de la mujer, cosa simple de definir. La mujer es digna porque es ser humano. Así como es digno el hombre. Y, si nos ponemos a extender el concepto, cada bicho que camina tiene su dignidad o debería tenerla ¿o no?
El acoso callejero, ya es un poco más complicado. Supongo que no debe ser fácil ser mujer, ir caminando por la calle y que una runfla de mal paridos le cuente todo lo que querrían hacer con su cuerpo, enunciando parte por parte y con clara descripción de lo que supuestamente harían. Digo supuestamente, porque una amiga, que es bastante guapa y ¡guapa! los ha enfrentado diciéndoles que bueno, que por qué no, que a dónde podían ir para empezar y los sueltos de lengua, para hablar al cohete, metieron el rabo entre las patas y empezaron a mirar para otro lado.
Buscando precisiones, la RAE me desasna y me entero de que piropo, en su primera acepción, es una variedad del granate, de color rojo de fuego, muy apreciada como piedra fina; en su segunda, rubí, carbúnculo (otra palabra para decir rubí) y en su tercera acepción (la que viene al caso): lisonja, requiebro. Para más aclarar, de lisonja nos dice que es una alabanza afectada, para ganar la voluntad de alguien. Hasta acá, no hay pecado ni ofensa. Claro que habría que explicarle a los que no lo saben, pero para los que sí lo sabemos, el piropo ha sido siempre un derecho inalienable del hombre para hacerla sentir bien a una mujer con la manifiesta intención de seducirla.
Los hay cursis, gastados, tontos, baladíes… Pero, todavía una mujer se siente “tocada” al escuchar algo que la conmueva. Obviamente que hay que adaptar el piropo a los tiempos que corren, cosa que exige creatividad y de eso andamos medio faltos, me parece.
Una anécdota: Estaba en Madrid, tomando unas cervezas con un par de amigos locales en la barra de un conocido bar del barrio Salamanca, cuando, de repente, veo a una morena inigualable, bella por donde la mires, y daban ganas de mirar. Al verme mirando, uno de mis amigos me dijo: “Guarda, tío, que aquí las mujeres te denuncian por acoso sexual por solo mirarlas mucho”. Sin escucharlo, pedí dos jarras de cerveza, me acerqué a la bella morena, quien ya estaba acabando la suya, y, sin rodeos, le dije “Hola, ¿podemos compartir una cerveza antes de que llames a la Guardia Civil por mi intención expresa de acosarte?” Tomamos la cerveza. No llamó a la Guardia Civil.
Si uno no ofende, no acosa. Seduce. Y a las mujeres, les gusta ser seducidas ¿o no?
¿De otras yerbas? Otro día.

Homenaje al gran piropeador Jardín Florido http://www.youtube.com/embed/NUcukBv0Nq4

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