Para quienes ascendieron a empresarios de la noche a la
mañana, montados en el caballo de la Itaipú en los ’70 o en los carros mafiosos
de las contrataciones corruptas, los conceptos de industria, negocios,
empresas, medios, existen en función, exclusivamente, de sus intereses
espurios.
Además, faltos de la más elemental visión de futuro y de los
elementos básicos para entender cualquier otra cosa que no sea dinero contante
y sonante, contrabando, tráficos varios, negocios turbios y componendas, no
pueden entender que el cine, además de arte, es una industria.
Y no pueden entender de puro burros que son. Me consta que
muchos de los ñembo empresarios, incluyendo a los que hacen de la política un
negocio, jamás fueron, ni van, ni irían al cine. Se aburren. Si no tienen
tragos, timba, putas y connubios, no saben qué es “entretenerse”. Y, además,
alardean de ello.
Faltos de la capacidad de analizar lo que sea, menos pueden
analizar las conveniencias del país en cosas en las que no pueden participar.
He presentado propuestas a grupos y personas para las que un
millón de dólares es lo que para nosotros dos mil. No, no dos mil dólares, dos
mil guaraníes. ¡Lo único que me preguntaron fue si no quería hacer cine porno!
(dirigiendo o produciendo, claro).
Para el chancho, el mejor de los mundos, es el chiquero.
¡Qué le vamos a hacer!
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