Después del 21, vemos. Te llamo después del 21. Y… no sé,
hasta después del 21…
Hoy ya es 22. Salió el sol, la gente se fue a trabajar, mis
perros ladran igual que ayer, hago mi trabajo como hice ayer, antes de ayer y
como haré mañana y pasado mañana.
Ya está. Pasó el 21.
Gente que nunca recibió ni dio ni participó de nada que
tenga que ver con qué partido gobierna o deja de gobernar, regula, casi, su
vida en función al gobierno que haya.
Ganó Cartes. Una vez más los liberales (algunos) se equivocaron
al elegir aliados.
La izquierda, confusa y aún en etapa de gestación, ocupa un
tercer lugar que la convertirá en bisagra de muchas decisiones. No les fue tan
mal.
Dado que es muy fácil presentar vaticinios luego de
ocurridas las cosas, dejo el análisis político para los tantos otros que se
dedicarán a hacerlo. Yo solo quiero reflexionar.
Es muy difícil renunciar a las pasiones políticas. Pero si
queremos lograr que el Paraguay de una buena vez por todas termine de carretear
y emprenda el vuelo, ahora es tiempo de sumar esfuerzos.
Más allá de que el Partido Colorado tenga, según los
resultados hasta ahora, una importante mayoría en el senado, no tiene la
mayoría simple. Eso significa que deberá buscar consenso. Y ahí está el
compromiso patriótico de quienes permanentemente anunciaron su voluntad de
cambio. OJO: voluntad de cambio positivo para el país, y no cambio del estado
patrimonial de los que subieron. El dinero que se mueve en el momento de tener
que forzar voluntades, no es poco. No son monedas. Es mucho dinero. Tienta al
más santo. Y no se trata de pedir santidad (¿?) sino coherencia. Y vocación
patriótica.
Ya pasó el 21. ¿Y ahora qué?
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