Sí y no. Y todo lo contrario. Los idiomas nacen por
necesidad, crecen por conveniencia y se mueren por falta de uso. Si aceptamos
esto, el guaraní tiene vida para rato, porque se habla y se seguirá hablando
naturalmente por mucha gente. Ahora, si lo quieren matar, que sigan queriéndolo
imponer en la enseñanza básica. Nunca escuché a tantos jóvenes decir “¡Odio
guaraní!” como cuando lo tienen que estudiar por obligación. Para estudiar, el
guaraní es ríspido, complicado, inasible. Usan una gramática prestada del
español que no le calza y se esfuerzan por imponer palabras que no se usan ni
se usarán.
¿Enseñar en guaraní? ¡Sí, claro! Especialmente en el
interior.
¿Alentar el uso del idioma? ¡Sí, claro! Desde los primeros
años.
¿Involucrar el idioma con la identidad nacional? ¡Sí, claro!
Y organizar concursos, debates, obras teatrales…
Pero, ¡por favor!, no intenten imponerlo por la fuerza.
HAY QUE FORTALECER EL USO DEL CASTELLANO. Esto sí que es
imprescindible. Es la única manera de poder tener presencia activa en los foros
de la región, negociar adecuadamente, desarrollar el sentido crítico,
incorporar el pensamiento filosófico, estructurar adecuadamente el lenguaje.
Luego, con un idioma culto desarrollado (y lo de culto es una referencia basada
en los años de estudio, reglas y fórmulas universalmente aceptadas, etc., etc.)
será más fácil estudiar el guaraní.
De igual modo que estoy convencido de que la enseñanza
convencional debe adecuarse a los nuevos tiempos, sostengo con igual convicción
que el idioma guaraní necesita de mucho más trabajo por parte de filólogos y
expertos en áreas concurrentes como para encontrar una estructura propia, una
gramática dinámica y la consecuente elaboración de materiales didácticos
modernos apoyados en las TIC, desarrollo de materiales de entretenimiento,
ámbitos de apoyo y promoción, y más. Mucho más.
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