En un mundo en el que hay que sobreponerse a las
adversidades, teniendo, muchas veces que ser un superviviente, impulsado
permanentemente por las exigencias de superarse tratando de hacer la cosas de
manera superlativamente buena, ser soberbio no puede ser pecado ya que SOBERBIA
comparte exactamente la misma raíz latina: superbus (con acento en la p, es
decir con destaque intervocálico en su pronunciación. Más o menos como si dijeses
sup-perbus). Sigo. Me parece bastante contradictorio que nos pidan que seamos
humildes cuando eso significa que nos postremos en tierra mostrando que los
demás tienen dominio sobre aquellos que se hacen parte de la tierra (humus).
Claro que no se trata de postrarse un rato y luego acostarse a descansar en
colchón de plumas ¿no?
Me parece que mientras algunos nos venden sus productos
insuperables y de calidad suprema, esperan que los recibamos tirados en el
piso, rindiéndoles pleitesías a lo superior.
Fuera, y más allá, de la dicotomía maniqueísta de
bueno-malo, pecado-virtud, me parece que vale (valdría) la pena reflexionar
sobre la responsabilidad de la soberbia. ¿QUÉÉÉÉÉ? Sí, claro. Si uno ha sido un
sobreviviente, superando las adversidades, etc. etc. tiene que seguir
demostrando que es capaz de seguir haciendo lo mismo. Y, llegado el caso, tomar
el timón y decir: “Yo me hago cargo”.
Hay gente que manda y gente que lidera. Los que mandan,
habitualmente (y tengo muchos ejemplos para citar. Quizás algún día) se hacen
los humildes y siempre tienen a mano un ejecutor de sus órdenes que se encarga,
a su vez, de hacerlas ejecutar. Los que mandan, casi siempre, atienden con
sonrisas, saludan con palmandas, prometen reencuentros.
Los que lideran, dicen las cosas de frente, son precisos en
sus instrucciones y se comprometen en los resultados, sean buenos o no. No
pueden ser humildes porque tienen la responsabilidad de asumir los desafíos y
SUPERARLOS. ¿Me explico?
Ojo. No tiene nada que ver con la VANIDAD, cuyo origen se
remonta a vacío, cualidad de lo vano, pura apariencia.
No pretendo emular a Ayn Rand y su libro La virtud del
egoísmo (The virtue of selfishness: a new concept of egoism, 1964), pero, vale
la pena reflexionar sobre la responsabilidad de la soberbia ¿no?
1 comentario:
Interesante juego con la etimología y significado de las palabras "humildad", "soberbia" y "vanidad". Es lo mismo que con el orgullo, o el colesterol. Existirá el positivo ("bueno") como el negativo ("malo"). El positivo propulsa al ser humano a la grandeza, y el negativo lo vuelve un enemigo de sí mismo y exterminador de su especie. Bueno, aquí continúo con la dicotomía bipolar maniqueísta, pero el mundo es binario, ¿no?. Abrazo el buen orgullo (o 'soberbia'), pero no aquel que enceguece al hombre y lo limita en una visión estrecha e hipertrofiada. Y también la sana 'humildad' que reconoce los límites y llama a vencerlos, aprendiendo de otros.
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