jueves, 28 de marzo de 2013

NUNCA EN DOMINGO

Además de ser una película protagonizada por Melina Mercouri y Jules Dassin que ganó el Óscar de 1961 a la mejor música y canción original, canción que se nos pegó durante muchos años (aún la recuerdo), es, también, parte de mi filosofía de vida.

Los domingos no abro mi computadora, ni accedo a Internet, ni enciendo mi celular, salvo que haya pactado de antemano con alguien una charla en Skype o que tengan que llegar a casa y no conozcan el camino. Una vez que terminé mi charla o llegaron los invitados, chau compu y chau celular. 


Quienes visitan mi casa saben que el domingo es el día del señor. Y, al menos en casa, el señor soy yo. Así que si quieren asado, que lo hagan. Si quieren servicio, que se sirvan. Les presto mi casa, saludo cordialmente, participo un rato y luego me dedico a mí. Fundamentalmente, leo. Y aprovecho a ver tele.
Excepcionalmente, puedo ir a algún lugar del interior, no muy lejano, como para poder volver antes de que oscurezca. 


No voy a asados ni a comidas ni… a nada que pueda querer acompañar con vino o cerveza, porque, aunque en desacuerdo con la intolerancia de tolerancia cero, debo respetarla. Y no da gusto asado con gaseosa ni con agua.
Esto viene a cuento de la gente que me dice: te escribí y no me contestaste o te llamé y tu celular estaba apagado. 


No es mala onda ni argelería. Es un día para mí. Solo para mí. ¿Egoísmo? Y… puede ser pero, seis a uno, es una proporción comprensible ¿no?




No hay comentarios: