miércoles, 1 de mayo de 2013

¿QUE EL TRABAJO QUÉ?


-Dignifica, dije. Hace digno al ser humano. Le permite ostentar con orgullo el beneficio de su propio esfuerzo –intenté explicar al auditorio, durante un curso en el que la mayoría me miraba con cara de asombro, como si estuviese escuchando a un loco, un desubicado, un exocogitante (dícese de seres de otros planetas que, se supone, piensan distinto a cómo pensamos nosotros).
En muchas oportunidades he tenido a mi cargo la selección de personal para diversas empresas. Acá y en el extranjero. Más al revés, es decir, más en el extranjero que acá. Y esta referencia la hago porque sirve para ubicarnos en los contextos de los comentarios que haré. Sigo.
Como para mí los CV son meras referencias de datos que bien podrían escribirse en una carilla (la mayoría están llenos de datos al cohete o informaciones inútiles, como “Curso de computación en… Experto en Excel y Word…” y en el momento de tener que hacer una nueva fórmula o vincular correspondencia no saben ni dónde ubicar las herramientas), mis selecciones se basan en las entrevistas personales. Grafología, PNL, olfato y experiencia, junto a algunas otras, son mis principales herramientas.
“¿Por qué se presentó a este aviso?”, es una de las primeras preguntas de rigor.
Acá, en Paraguay, la mayoría de las veces, la respuesta es: “Porque necesito trabajar”. Sigo: “¿Por qué necesita trabajar?”. Respuesta (con mirada desconcertada) “Y… porque necesito ganar dinero”.
Pocas veces he escuchado, especialmente acá, que digan “Me interesó la propuesta porque es un área en la que me sé desenvolver muy bien” o “Es una muy buena oportunidad de superación en una empresa reconocida” o “Desde que me recibí estoy esperando la oportunidad de demostrar mi capacidad” o… ¡Mentime, aunque sea! Pero esa terrible realidad de buscar trabajo porque necesitan dinero, es un índice de la pésima formación laboral de la gente y la poca valoración del trabajo como factor de desarrollo y crecimiento. Y esto no es casual.
Conozco (pienso que todos conocemos) gente que va solamente a marcar tarjeta en reparticiones públicas. Y van porque tienen que poner el dedo, que si no, ni van. Total, mientras el jefe de personal se lleve el 10% del salario, todo está bien. Y en casi todas las familias hay, por lo menos, uno de estos “vivos” que ganan dinero sin trabajar. Y son el ejemplo a imitar. A ver si en el futuro no le logran un puestito al nene que ya tiene 14. O a la nena, de 16. Aunque a ella, perece que ya le están viendo “para su puestito”.
Ni en la escuela ni en el colegio les enseñan a los alumnos el valor del trabajo. No hay formación en valores genuinos. Se destacan valores equinos o caninos, como la obediencia y la disciplina, pero se olvidan de esos valores que hará de esos chicos (y chicas, claro, desde luego) agentes del cambio que necesita la sociedad. Si no se fundamenta la dignidad del trabajo, a partir de salarios y tratos dignos, celebrar el Día del Trabajador será una más de las tantas hipocresías de uso corriente.

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