martes, 7 de mayo de 2013

EL SILENCIO DE LOS INSOLENTES


Primero, veamos qué decimos, cuando decimos insolencia. Tiene la misma raíz de la palabra insólito: SOL, del verbo soler. (Costumbre de hacer. Soler hacer tal o cual cosa).  Insolentia en latín significa falta de experiencia pero, también, falta de moderación,
Para la RAE, insolencia, en su primera acepción, significa atrevimiento, descaro. Y los insolentes son unos descarados. Es decir, gente que no tiene cara. Que no les da para poner la cara. Que eluden la responsabilidad. Y responsabilidad es respuesta. Por eso, porque no responden, son irresponsables.
Muchos insolentes asumen el silencio como respuesta a las acusaciones. Lo que es una irresponsabilidad. Si miramos el caso de la Argentina, cabría suponerse que a esta altura de las acusaciones de evasión, fuga, lavado o lo que fuera de dinero aparentemente vinculado al gobierno o al gobierno anterior o a algún gobierno, alguien, en nombre del gobierno, debería decir algo. Porque el que calla, otorga. O permite suponer que calla porque no tiene cómo defenderse. O, peor, calla, porque el resto de los mortales está por debajo de su magnificencia y, entonces, no merece ni que le respondan.
Es común observar ciertas conductas atípicas en los canes. De repente, sin saber por qué, pareciera ser que uno de los pichichos se confunde al otro con una pichicha y, sin mediar palabra (¡bah! ladrido, gruñido o algo), procede a un tratamiento análogo al que tendría si fuese una pichicha en celo y… (¡uf! ¡Ya está! Se entiende ¿no?). La cuestión es que el perro confundido, al que le toca ser pichicha por un rato, no dice nada, no hace nada, se queda quietito, mirando para otro lado, haciéndose el perro al que lo están… ¡eso!
Debe ser muy humillante que a uno lo acusen de algo, como por ejemplo de haber estado en contubernios con un poderoso del que luego hablará pestes, o haber recibido beneficios inmerecidos, como tierras, por ejemplo, o haber accedido a un puesto político sin derecho a obtenerlo, por  postularse en un departamento en el que no vive, o que trabajó de manera encubierta para los poderosos más asociados a la implantación de las más terribles dictaduras con el más alto precio en vidas y dolor… Decía, que debe ser muy humillante que a uno le digan todas esas cosas (y más) y en vez de responder de frente, como debería hacer una persona con honra y dignidad, quedarse en silencio, callar, no responder, no hacerse responsable de las acusaciones que recibe. Sé, por haberlo escuchado en algún caso, que algunos justifican el silencio diciendo que si responden le dan más trascendencia a la acusación, la hacen más notoria, porque las únicas personas informadas son las que lo escuchan a él, así que no tiene porqué responder. Que no debe responder, luego.
¡Qué triste debe ser tener todas las posibilidades para responder y no hacerlo por creer que así le darán entidad a la acusación! Pongo el dedo. Tapo el Sol. Mientras tenga el dedo tapando, nadie verá el Sol. Sin embargo, no alcanza. Antes, cuando las dictaduras (políticas o económicas) podían condicionar a la comunicación, puede ser que se pudiese tapar el Sol con un dedo. Hoy, no.

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