jueves, 12 de septiembre de 2013

DEFENDIENDO AL CAPITAL

(La ilustración corresponde a la obra “Riqueza y pobreza” de autor anónimo del S. XVII. Antes de que se conociese el término zurdo y de que Marx escriba El capital)
Algunos trasnochados defensores de un supuesto liberalismo extremo, tienen la vocación sistemática de pretender infravalorarme con base en la reiteración permanente de teorías, dogmas e innumerables fórmulas extraídas de libros de supuestos gurúes de la economía universal. Además, como una suerte de crítica ad hominem, me cuelgan el sanbenito de socialista, zurdo e ignorante en materias como la economía, por ejemplo.
La grata ignorancia que fielmente me acompaña desde el primer atisbo de acceso al conocimiento, alienta constantemente mi búsqueda de respuestas. Sin más opción que recurrir al remanido concepto socrático del “solo sé que no sé nada”, dejo expresa constancia de mi absoluta ignorancia. Y no solo en economía. No sé nada de nada. Apenas vislumbro algunas tenues luces de algún mínimo conocimiento, que solo alcanzan para mostrarme el inmenso universo de lo que queda por conocer.
Hasta acá, venimos bien. Coincidimos. Soy un ignorante. Pero, de allí a tratarme de tarado, hay un cierto camino que no pienso conceder.
Entre los aberrantes extremos de un capitalismo salvaje y un comunismo fracasado e inaplicable, hay (percibo) una amplia gama de variables con más o menos algo de cada cosa.
Si Juan tiene 10 pelotas y Pedro ninguna, las estadísticas dirán que el promedio es de 5 pelotas cada uno. Pero Juan tiene 10 y Pedro ninguna.
Si Bartolo nació en una familia de clase media, en el barrio Carmelitas (pongamos por caso), y Ramón en una familia pobre en Villa Hule del Bañado Tacumbú (pongamos por caso), Bartolo tiene más posibilidades de éxito profesional, social o personal (o como queramos llamarlo) que Ramón.
Hasta acá podemos coincidir ¿verdad? Bien. Sigamos.
Cuando Henry Paulson, ex secretario del Tesoro del país más capitalista y liberal del planeta, impulsó el programa TARP (Troubled Asset Relief Program, también conocido como Plan Paulson), para aliviar la crisis financiera norteamericana en octubre de 2008, auxiliando con más de 25 billion dollars (25.000 millones de dólares, en nuestras latitudes) evitando así el quiebre del Citigroup Inc., JP Morgan Chase & Co., Wells fargo & Co., Bank of America Corp., entre otras inc. y corp. varias, los trajeados “cerebros” de Wall Street ni se inmutaron. Ni se les ocurrió salir a decir que en un mercado de libre capital (y, por ende, de libre empresa o a la inversa, como quieran) cada uno debe salvarse por las suyas, sin ir a pedir la escupidera (bacín) al estado. ¡Cómo el estado va a intervenir en el libre comercio! Eso es un pecado comunista. Es una barbaridad del estado paternalista. ¿Qué es eso de subsidiar?
Claro que si uno pretende que el estado invierta en educación, en tratar de reducir las asimetrías, en tratar de que, si Juan tiene 10 pelotas y Pedro ninguna, se encuentre alguna manera de que, al menos, Pedro acceda a una (y ni siquiera propongo que se lo deje a Juan con 9), uno es un zurdo-comunista-socialista ignorante-iluso y tarado. ¡Joder!
Cuando mozalbetes ensoberbecidos, que apenas asomaban por los canales naturales a lo que cabría desearles que vuelvan, mientras uno transitaba por los pasillos universitarios, esquivando los palos de la intolerancia de ambos bandos en pugna por imponer (a través la violencia, que no distingue lateralidades) sus dogmas y doctrinas sin aceptar (¡ni modo!) el libre pensamiento, suelen darme ganas de perder la mesura. Claro que, como ya la he perdido tantas veces, es una de las pocas cosas que puedo decir que aprendí a controlar. Y tampoco estoy tan seguro de haberlo aprendido.



No hay comentarios: